Sentada allí junto a él,
finges no conocerme.
Sabes que nadie imagina
lo que ha habido entre nosotros.
Sigo teniendo un moretón en el corazón,
me recorre un prolongado escalofrío,
mi corazón se ha parado por ti.
Amor, cuanto más me alejo,
más cerca de mí.
¿Qué pasó? ¿Cómo?
¿Por qué no estamos juntos?
Vivir así no es posible,
siempre como dos extraños,
¿por qué esta noche no gritas que no?
Abre los brazos ya,
alza tu voz.
Aquí en mi pecho, adelante, lánzate.
Quieta, me miras cansada,
pálida, casi blanca,
sólo mueves los ojos húmedos.
Y permaneces inmóvil
y casi casi no me pareces tú.
Suplicas y dices "no me mires más".
Le das la mano y lo miras,
a mí no me miras nunca.
Sin embargo, tiemblas y piensas en mí
y en el dolor que me das.
Mil gaviotas vuelan ahora mismo
sobre ese cielo inalcanzable,
ese paraíso prisionero nuestro.
Abre los brazos ya,
alza tu voz.
Aquí en mi pecho, adelante, lánzate.
Quieta, me miras cansada,
pálida, casi blanca,
sólo mueves los ojos húmedos.
¿Cuántos días tendremos?
¿Cuántas noches me darás?
Entre mis brazos calientes,
sé que los vivirás.
Y por siempre te tendré
y por siempre me tendrás.
Tenemos todo y no lo sabes.
Abre los brazos ya,
alza tu voz.
Aquí en mi pecho, adelante, lánzate.
Levántate, hazlo, amor,
supera tu miedo,
sólo dos metros y somos libres.
¡No, no! No me decepciones,
no podemos llorar únicamente,
tú puedes decidir el destino por mí.