Donde estás, que no te puedo encontrar;
No comprendo donde fuiste a parar;
Te preciso, necesito de ti,
Necesito que estés dentro de mí.
Nada puedo hacer si no estás acá;
Siento que toda mi vida se va
Y no puedo disfrutarla, es atroz
terminar esta velada sin vos.
No hay placeres para mí si no estás,
Todo queda en un amague, nomás;
Me clavé con la cena para dos;
¡Es tan duro terminarla sin vos!
No me puedo concentrar ni en mirar
un video ni tratar de olvidar
escuchando alguna música, estoy
que no sé como vivir, hoy por hoy.
No hay reposo para mí si no estás;
Ni el amor me da un poquito de paz.
Es horrible, no poder emprender
ningún acto, estar así, depender
a tal punto de un objeto vulgar,
tan sencillo que se pueda encontrar
en cualquier boliche, en cualquier lugar;
en la mesa, mismo, de cualquier bar.
Pero es tarde y todo el mundo cerró;
Hasta el quiosco de la esquina bajó
la cortina y me dejó sin poder
hallar quien se te pueda parecer.
Ya mi boca no soporta la acción
de este trozo de asqueroso jamón
que insolentemente fundó su hogar
entre mi canino y mi premolar.
Es horrible, este residuo trivial
Se resiste mismo al hilo dental;
Mi cepillo no lo puede sacar
Y yo estoy que no paro de rabiar.
¡Como pude permitirme, por Dios,
desabastecerme tanto de vos!
Quizás un poco yo te subestimé
y ahora estoy que no doy bola con pie.
Lo que siento es mucho más que dolor:
Es el colmo del fastidio, es peor.
Te lo pido por favor, por favor
no me dejes a merced de este horror.
Yo no sé si en un descuido le erré
y de pronto, sin querer, te tiré
pero juro que siempre te querré,
Mi querido escarbadientes, ¡volvé!