El amor de antaño
dejaba mella en la gente,
pero era agradable de vivir.
Cuántos pantalones rompí
y rodillas me desollé,
amor mío, sólo para verte...
Aún recuerdo la serenata
bajo la lluvia de un suelo de plata
de un fado que improvisé.
Tu padre casi me mata
con la guitarra barata
que con tanto esfuerzo compré...
Vetadas las escaleras,
trepaba por los balcones
y tiraba unas chinitas.
Con el corazón en la boca
y unas ganas más locas,
tanto te echaba de menos...
Eran noches al relente,
de la pared a la ventana
a la espera de una señal tuya…
Y más tarde, con el tiempo,
una cena a la luz de la vela
de este amor que no murió...
Y si veis a dos viejecitos
con riñas y besitos,
ya conocéis su gracia.
Son gente de antaño,
de los amores que son para siempre,
cada día que pasa...