Todos los caballos salvajes,
todos los caballos salvajes
atados con lágrimas en sus ojos.
Que ninguna caricia humana os domestique jamás,
que ningún dominio humano os encadene jamás
y que ninguna carga humana costee jamás vuestra esencia.
Y, como a las nubes,
dejémolos retozar,
retozar sin parar,
retozar sin parar.
Y, como a las nubes,
dejémolos retozar,
retozar sin parar,
retozar sin parar.