Allá en la pampa argentina,
sin siquiera exagerar,
por declararme a una china
casi me quiso pegar.
Me dijo que era un cura'o
un roto y un atreví'o,
que ella nunca había pensa'o
en un roto pa' marí'o.
Yo le 'ije: "nunca ha falta'o
un roto pa' un descosí'o".
La china era rebonita
y fina como caballo,
cuando le gustó a este gallo
porque no era muy tontita.
Cantaba unas tona'ítas
que me teñían las canas,
al verla me daban ganas
de darle un buen hocicazo,
pero tenía un geniazo
que no aguantaba macanas.
Allá no son como aquí
que las chinas son rogá's,
antes de decirles na'a
lueguito dicen que sí.
Como una que conocí,
dueña de tierra un montón,
y hasta con un cimarrón
me esperaba en la tranquera,
y ella pa' que no 'ijera
me le boté a regalón.
Después de tanto penar
fuimos pa' Montevideo
para podernos amar
como Julieta y Romeo.
Senta'os junto al fogón
juramo' amor eterno,
en un idilio tan tierno
y tan grande la pasión
que al terminar el invierno
nació un rotito mamón.