¿A que no sabes dónde he vuelto hoy?
Donde solíamos gritar.
Diez años antes de este ahora sin edad,
aún vive el monstruo y aún no hay paz.
Y en los bancos que escribimos
medio a oscuras, sin pensar,
todos los versos de Heroes
con las faltas de un chaval,
aún están.
Y aún hoy
se escapa a mi control,
problema y solución,
y es que el grito siempre acecha,
es la respuesta.
Y aún hoy
sólo el grito y la ficción
consiguen apagar
las luces de mi negra alerta.
Tengo un cuchillo y es de plástico,
donde solía haber metal,
y el libro extraño que te echó de párvulos;
sus hojas tuve que incendiar.
Y en los hierros que separan
la caída más brutal
siguen las dos iniciales
que escribimos con compás.
Ahí están.
Vertical y transversal,
soy grito y soy cristal,
justo el punto medio,
el que tanto odiabas
cuando tú me repetías que
"te hundirá y me hundirá,
y solamente el grito nos servirá".
Decías "es fácil" y solías empezar.
Y es que el grito siempre vuelve,
y con nosotros morirá,
frío y breve como un verso
escrito en lengua animal.
Y siempre está.
Te hundirá y me hundirá
y solamente el grito nos servirá.
Y ahora no es fácil;
tú solías empezar.
Vertical y transversal,
soy grito y soy cristal,
justo el punto medio,
el que tanto odiabas
cuando tú me provocabas aullar.
Y ya está, ya hay paz,
oh, ya hay paz.
Y ya está, ya hay paz,
oh, ya hay paz.
¿Por quién gritaba?
Lo sé y tú no;
no preguntabas.
Tú nunca, no.