Estoy parado en el edificio lo más alto
y miro hacia abajo a la gris pista de aterrizaje
y al humo de la cola de Boeing avión
que te lleva tan lejos.
Créeme, no quiero que me dejes.
Mira en mis ojos y vas a ver que
están llenos de dolor.
Imagina lo triste que estaré
algún día cuando daré vuelta
y no podré más ver tu cara.
Todo lo que puedo gritar ahora es: “Adiós, amor, adiós”.
En una semana, en un mes, en un año,
en la eternidad nadie pueda decir cómo me sentiré.
Todo lo que sé es que tú te vas.
Aquí no hay nadie quien me podría ayudar.
Créeme, no quiero que me dejes.
Mira en mis ojos y vas a ver que
están llenos de dolor.
Imagina lo triste que estaré
algún día cuando daré vuelta
y no podré más ver tu cara.
Todo lo que puedo gritar ahora es “Adiós, amor, adiós”.
Es demasiado tarde, has atravesado la puerta de embarque
y ya vas sobre la pista.
Ya eres libre, ya me has dejado
y no puedes soportar mirar atrás ¿verdad?
Un breve rodar en la pista de aterrizaje
y luego abajo, hacia el quieto cielo nocturno
y yo estoy parado en la torre de observación.
Mis ojos están demasiado débiles por la distancia para llorar.
Créeme, no quiero que me dejes.
Mira en mis ojos y vas a ver que
están llenos de dolor.
Imagina lo triste que estaré
algún día cuando daré vuelta
y no podré más ver tu cara.
Todo lo que puedo hacer ahora es alejarme solo,
sin ti.