Cuánta gente había en el cruce esperando a otra gente,
llegaba el invierno y llevaban paraguas,
y a mí hasta en los días claros nadie me esperó.
Cuánta gente había en el cruce esperando a otra gente,
llegaba el invierno y llevaban paraguas,
y a mí hasta en los días claros nadie me esperó.
Llevo unos cien años metida en esta tiendecita,
hasta las paredes se han aburrido de mí y les avergüenza reconocerlo... y mis ojos están puestos en lo bello y lo bello está en las calles, le canto canciones pero está ocupado consigo mismo... he esperado todas las citas del mundo y nadie me ha esperado.
Llevo unos cien años inventando direcciones con dueños desconocidos y les envío noticias, seguro que algún día el invierno llegará a mi puerta, paraguas y gente querida vendrán a por mí, y el que se acuerda de todos al final se acordará de mí.