Oh anchos valles, oh alturas,
oh hermoso bosque verde,
mi morada de deleite
y de dolor.
Allá afuera, siempre engañado
silba el mundo salvaje:
ahora envuélveme en tu bóveda,
oh cortina verde.
Allí en el bosque está escrita
una palabra quieta y profunda
sobre las buenas obras y el amor,
y el tesoro del hombre.
He leído fielmente
las palabras simples y verdaderas.
Y por todo mi ser
penetraron con indecible claridad.
Pronto te dejaré
y me iré muy lejos
por callejuelas animadas y coloridas
para ver el espectáculo de la vida.
Y en medio de la vida
tu fuerza primordial
aliviará mi soledad
para que no envejezca mi corazón.