Y de haber nacido en la tierra baja
Pudo ser timón y volverse al mar
Pudo ser rueda y ver mundo
Ser mango, cuna o altar
Pudo ser ceniza y humo
O pudo, simplemente, no haber nacido
Donde manda el roble, pero ahí nació
Desafiando las reglas
Consentida por el sol
Más cerca de las estrellas
De abrazarse al suelo
A pelear la tierra
Con los aguaceros
De rellenar grietas
Con bojes, tomillos y enebros
De andar huyéndole al hacha
Que el amo blande ligero
Nudos amargos duelen en tus maderas
Encina verde
Que tus contornos te quieran
Que te respete la muerte
Que es bueno que cuando el haya enrojece
Y los caminos mudan de color
Entre esqueletos de robles
Salpiques con tu verdor
Las palideces del bosque