Dices que te has cansado ya
de mi manera exagerada de reír.
Que mis caprichos no te van
y que estás harto de escucharme presumir.
Pero igual tienes que admitir
que te vuelves loco cuando rozo tu nariz.
Si no es así, explícame por qué
aún estás aquí.
A que no te vas.
A que no te atreves a matar
la poquita fe
que nos queda para continuar.
¿A quién pretendes engañar
con ese cuento de partirme en dos
el corazón que ya te di?
A que no te vas.
No me regañes otra vez
como una niña que no quiere obedecer.
Déjame ser tal como soy
que mis defectos no marchitan lo que doy.
Si el sol apenas comenzó a salir,
¿por qué sufrir? Ah.
A que no te vas.
A que no te atreves a matar
la poquita fe
que nos queda para continuar.
¿A quién pretendes engañar
con ese cuento de partirme en dos
el corazón que ya te di?
A que no te vas.
¿Con qué derecho tú?
¿Con qué derecho yo
ponerle fin a este tesoro de los dos?
¿Por qué dejarte it?
¿Por qué te vas a ir?
¡Te desafío hoy a que no te vas!
No, no... no, no, no.
¿A quién pretendes engañar
con ese cuento de partirme en dos
el corazón que ya te di?
A que no te vas.
A que no te atreves a matar
la poquita fe
que nos queda para continuar.
¿A quién pretendes engañar
con ese cuento de partirme en dos
el corazón que ya te di?
A que no te vas.
A que no.