La felicidad ama el silencio
y yo a tí, no hay nada que pueda hacer.
Los peatones nos condenan con la mirada
y corro, corro, corro.
Cientos de veces prometí no creer en nadie
pero me encontré con problemas.
Lo más importante es que me quedé callada
¡Ahora rujo, rujo, rujo!
No podríamos estar solos,
no escuchábamos detrás de las ventanas
que la gente nos decía que nos enamorábamos en vano.
¡Ah, ojalá pudiéramos! ¡Ah, ojalá pudiéramos!
Cuanto tiempo se vive con estereotipos
¡Porque no hay amor en la desgracia ajena!
Si es la verdad, no les creo,
mienten, mienten, mienten.
¿Quizás era necesario no decir nada
de que compartía mi vida contigo?
La gente necesita a la gente, ¿a quién quieres?
¡Dime, dime, dime!