Asomada a la ventana, veo la plaza desierta.
Sólo el viento que se aburre mueve algunas hojas secas.
No hay canciones, luz ni niños; sólo una noche cualquiera.
¿A quién queremos engañar si ni parece Nochebuena?
Miro al cielo y enfadada exijo alguna explicación
pero todas mis palabras se convierten en vapor.
Tengo frío y siento rabia y cierro de golpe la ventana,
y es entonces cuando veo tu mirada reflejada.
Y de pronto, qué tonta, lo comprendo,
a este lado del cristal está todo lo que quiero.
Si podemos abrazarnos, lo demás puede esperar.
¿No es acaso un buen motivo como para celebrar?
Entonces me seco los ojos
y me siento a tu lado en nuestro sofá.
Me apoyo despacio en tu hombro
y me escucho decirte en voz alta: "Feliz Navidad".