Aquella casa cerrada
no tiene macetas en la entrada
ni se ve luz de una vela.
Dicen que la casa está muerta,
ya nadie llama a su puerta
ni se asoma a la ventana.
A veces pasan muchachos,
para demostrar que son machos
tiran piedras al tejado.
Ese hogar que nadie quiere
ya fue de hombre y de mujer
antes de ser condenado.
Aquella casa cerrada
donde el sol tenía morada
y entraba sin llamar
ya fue estimada por ti
en otros tiempos que viví
y no consigo olvidar.
El día en que tú partiste,
la casa quedó tan triste,
desde entonces no la veo.
Cerré la puerta de la escalera,
hice una cruz en la entrada
y tiré la llave al Tajo.