Di entonces que estás ofendido
por quien mata el entusiasmo.
Por quien patea a un perro.
Por quien está harto pero ya se ha rendido.
Por toda la estupidez.
Quien se ofende traiciona el pacto
con la ley del silencio.
Se queda sin la protección del silencio, del consentimiento,
del "Mientras debemos soportarnos aquí dentro".
Pero cuando vivir se vuelve un peso.
Cuando en las encuestas tu opinión no está incluida.
Cuando el expresar amor se vuelve implícito.
Cuando ya no te sorprendes delante del sol en la mañana.
Y entonces di que estás ofendido
por las mujeres que no se ríen.
Por los hombres que no lloran.
Por los niños que no juegan.
Por los ancianos que no enseñan.
Pero si tienes algo que decir dilo ahora.
No esperes a que sea el momento más conveniente para hablar.
Pero cuando vivir se vuelve un peso.
Cuando en las encuestas tu opinión no está incluida.
Cuando el expresar amor se vuelve implícito.
Cuando ya no te sorprendes delante del sol en la mañana.
Tú dilo entonces.
Tú dilo entonces.
Tú di entonces que estás ofendido.
Ofendido.
Ofendido, ofendido.
Ofendido.
Cuando el expresar amor se vuelve implícito.
Ofendido.
Cuando el expresar amor.
Cuando el expresar amor se vuelve implícito.