A que no, a que no te vas,
a que no te atreves a marcharte para siempre
como juras que lo harás.
A que no te vas,
a que sigues aguantando aquí a mi lado
lo que tengas que aguantar.
A que no te atreves ni siquiera a abrir la puerta
por si yo no te reclamo
y te tienes que marchar…
A que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas.
A que no te vas,
a pesar de lo que sabes que yo hago,
a que no te vas.
Porque, en realidad,
tú prefieres estas cartas que te he dado
a quedarte sin jugar.
A que se te olvida en un momento lo que dices
y me besas como un loco
y me vuelvas a besar…
A que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas.
A que no te vas,
a que sigues como un perro aquí a mi lado
hasta que yo diga “ya”.
A que no te vas,
porque vives por mi amor obsesionado
y no puedes renunciar.
Y aunque siga siendo como ahora y siempre he sido;
como tú me has conocido
porque no quiero cambiar.
A que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas,
a que no te vas,
a que no, a que no te vas.