Y llegó el día del halcón
una mañana de septiembre,
abrieron largamente el día
y descuartizaron el vientre.
Y vino resbalando hacia abajo
a las puertas de Santiago,
con las garras del fuego
y con los ojos del dragón.
Y tu esposa, suplicando
a la embajada, presa de los vientos:
"dadme una señal de esperanza
en este nido de serpientes".
Y al anochecer apagaron
los fuegos en el estadio:
"dadme una flor para no morir
y una bandera para morir".
Y llegó el día del halcón
bajo la artillería
de los traidores a sueldo
de un dueño de la policía.
Y vino resbalando hacia abajo
sobre las plazas, sobre la Moneda
mientras Víctor cantaba,
vio el halcón sobre su presa.
"Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz"
gritaste al pueblo en cadenas
para aliviarle las penas.
"Canto por la guitarra
que tiene razón y sentimiento"
mientras las hojas de cuchillos
silbaban en el viento.
"Yo no canto por cantar
ni por tener buena voz,
canto porque la guitarra
tiene sentido y razón".