La escuelita del pueblo,
llena de silencio desierto,
está muda bajo los escombros,
con su portón abierto.
Sobre una vieja pizarra,
puesta con letra de niño,
hay siempre una operación
escrita con blanca tiza.
Debajo había un bello jardín
hoy repleto de zarzales,
de ti he recogido muchas
manzanas rojas y ciruelas.
Los viejos bancos de madera
llevan en corazones grabados
los nombres y algún dibujo
que nunca se han borrado.