Nadie
comprende lo que sufro yo,
tanto
pues ya no puedo sollozar.
Solo
temblando de ansiedad estoy.
Todos
me miran y se van.
Mujer,
si puedes tú con Dios hablar,
pregúntale si yo alguna vez
te he dejado de adorar?
Y al mar,
espejo de mi corazón
las veces que me ha visto llorar
la perfidia de tu amor.
Te he buscado dondequiera que yo voy
y no te puedo hallar.
Para qué quiero otros besos
si tus labios no me quieren ya besar?
Y tú,
quién sabe por dónde andarás?
Quién sabe qué aventura tendrás?
Qué lejos estás de mí.
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Y tú,
quién sabe por dónde andarás?
Quién sabe qué aventura tendrás?
Qué lejos estás de mí—
de mí.