¡Oh, amada mía,
qué ojos los tuyos!
Son muelles nocturnos
llenos de adioses,
son dársenas mansas
surcando luces
que brillan lejos,
lejos en las tinieblas.
¡Oh, amada mía,
qué ojos los tuyos!
Cuánto misterio
hay en tus ojos.
Cuántos veleros,
cuántos navíos,
cuántos naufragios
hay en tus ojos.
¡Oh, amada mía,
qué ojos los tuyos!
Si Dios hubiera,
los hiciera Dios,
pues no los hiciera
quien no supiera
que hay muchas eras
en tus ojos.
¡Ah, amada mía
de ojos ateos!
Crece la esperanza
en mis ojos
de ver un día
la mirada mendiga
de la poesía
en tus ojos.