17 años, una mujer, una niña
que no sabe nada todavía y descubre su cuerpo,
que el sol embriaga y que la noche emite.
17 años, una sonrisa inocente
y la mirada dócil bajo una cortina de pestañas,
pero un hambre de lobo y una sed de todo.
17 años, senos de satin blanco
que parecen burlarse del viento con su encanto insolente.
17 años, y todavía tomar el tiempo,
el tiempo de negar al mundo organizado
y hacer en el momento presente, un hoy que canta.
17 años, y vive a cada instante
sus caprichos de niña, sus deseos exigentes.
17 años, yo era adolescente,
y todavía lo soy, descubriendo tu cuerpo
como una fruta estallada, como un llanto indignado,
17 años ya, 17 años, no tienes más
que 17 años, mi amor, mi niña.