Madre...
espero que al recibo de esta carta
te encuentres bien
allá arriba donde estás,
que el Señor vele sobre ti,
que no te haga falta nada,
Dios quiera que seas feliz.
De mí te diré
que ando vagando al mundo
solo y triste.
Solo hay desilusión,
amargura y soledad
desde el día en que te fuiste.
Te escribo porque sé
que se aproxima
este tu día, ay, El Día de las Madres.
Y otra vez tristemente,
prenderé una rosa blanca
junto a mi corazón,
porque sé que estás ausente.
Esto es todo por ahora,
recibe mi bendición
y como siempre
El Día de las Madres
pasaré por tu tumba,
a llevarte un ramo de flores,
a rezarte el Padre Nuestro,
que me rompe el corazón.
Madre, madre...
yo a ti quisiera verte otra vez...
Moriría como Cristo
si así llegara a tu lado
con una corona de espina,
hasta ser crucificado.
Madre, madre...
yo a ti quisiera verte otra vez...
El saber que estás ausente
me causa llanto y dolor.
Y tengo que desahogarme
con el maldito licor, mi madre.
Madre, madre...
yo a ti quisiera verte otra vez...
Hijos que madre tenéis
oír su voz que retumba
y si muerta la tenéis
ir a rezar a la tumba.
Madre, madre...
yo a ti quisiera verte otra vez...
Ya no estás a mi lado corazón.
En el alma sólo siento soledad.
Yo a ti quisiera verte otra vez...
Y si ya no puedo verte
¿por qué Dios me hizo perderte
para hacerme sufrir más?
Es la historia de un amor
como no hay otro igual.