Fue por Cañas que encontré,
en un rancho entre las sierras,
la moza tierna
que canto yo.
Era fiesta familiar,
cumpleaños de la moza,
mejor que rosa
era esa flor.
Ondulaba el acordeón,
una maxixa liviana,
y daban ganas,
de al baile entrar.
Yo le dije: ¿me permite?,
y ella dijo: como guste;
de usted es el cumple,
pude atinar.
- Vino de la ciudad?,
- Vine de Tacuarembó.
- Sólo por verme a mí?
- Su humilde servidor.
- Se marchará de aquí?
- Cuando cante el gallo azul.
- Y allá me olvidará?
- Que no vea más la luz.
Mas la vida me llevó,
por campos desconocidos,
llegó el olvido,
todo llevó.
Acampé en Cebollatí,
y dormí por la frontera,
la brasilera
me acompañó.
Ahora quiero recordar
a la moza de ojos pardos,
en aquel rancho
blanco y azul.
Y doblao junto al fogón,
ni su fogata me alumbra,
vivo en penumbras,
cargo mi cruz.
- Vino de la ciudad?,
- Vine de Tacuarembó.
- Sólo por verme a mí?
- Su humilde servidor.
- Se marchará de aquí?
- Cuando cante el gallo azul.
- Y allá me olvidará?
- Que no vea más la luz.