Allí donde el sol descansa,
ata su luz al viento que se mece
en la línea del horizonte; el espacio que conforma
un camino de paz.
Allí donde el dolor no venga
ni siquiera a la soledad inmensa del fondo marino
y, hasta donde la vista alcanza, es alegría
un mundo de paz.
Allí donde los piés hollaron el alma;
allí donde los dioses quisieron vivir,
allí (está) el anhelo, nuestra casa (está) allí...
Allí donde los piés hollaron el alma;
allí donde los dioses quisieron vivir,
allí (está) el anhelo, nuestra casa (está) allí...
Allí donde no se pierde
la calma y el silencio, nada se parece:
ni oro, ni codicia, ni religión,
(sino) un templo de paz.
Allí donde el final termina,
se agota el tiempo; ese tiempo que todavía
(es) el legado que dejamos de nuestro vivir,
(hay) un canto de paz.
Allí donde los piés hollaron el alma;
allí donde los dioses quisieron vivir,
allí (está) el anhelo, nuestra casa (está) allí...
Allí donde los piés hollaron el alma;
allí donde los dioses quisieron vivir,
allí (está) el anhelo, nuestra casa (está) allí...