Tumultos de aldeanos abducidos,
resistencia que ni olvida ni perdona,
sediciosos pueblos oprimidos,
insurrectos que desprecian la corona.
La gente de debajo 'el puente,
los espíritus en las cunetas,
la inocente que se arrepiente
de no quitaros las caretas.
Las profesoras en barracones,
los estudiantes que quieren luchar,
los cantautores con sus canciones,
las activistas con su dignidad.
Nietas de brujas en el firmamento,
las guionistas, las azafatas,
los camareros del Parlamento
hasta los huevos de poneros cubatas.
Los que gritan «¡No a la guerra!»,
los que van a despedirse,
las que trabajan la tierra,
las que no van a rendirse.
El que vive con alegría,
el poeta, el artista,
la que lucha cada día
contra un mundo machista.
Las que ya no tienen nada,
el pintor, el vagabundo,
los que cada madrugada
sueñan con cambiar el mundo.
Los que hacen que la gente vibre,
los que salen con su cacerola,
periodistas de espíritu libre
que no curran ni en la farola.
Y tú sabrás
si eres resistencia
o eres pasividad.
Y tú sabrás
si estás en la trinchera
o eres cómplice del mal.
Jóvenes que se desfasan
y se pasan la tarde en el bar,
las familias de quienes traspasan
justo antes de declarar.
La nave de los olvidados
con todos sus tripulantes,
iaioflautas indignados
con pensiones insultantes.
Republicanos de cabeza hueca,
los que sufren para llenar la nevera,
Che Guevaras de biblioteca
cantando a la primavera.
Indomables pueblos de la periferia,
culpables por hablar más de un idioma.
Malditos pueblos de Iberia,
tragaréis bolas de goma.
Y tú sabrás
si eres resistencia
o eres pasividad.
Y tú sabrás
si estás en la trinchera
o eres cómplice del mal.
Y a la hora de comer,
miedo y ganas de joder;
y a la hora de cenar,
un mosqueo general;
y a la hora de dormir,
un Trankimazin.1
Y a la hora de comer,
bombas calientes de ayer;
y a la hora de cenar,
un desastre natural;
y a la hora de dormir,
vueltas al cojín.
Eres resistencia
o eres pasividad.
Eres resistencia
o eres pasividad.
1. Marca registrada de alprazolam, un ansiolítico.