Creí que no venía.
Sí que tardaba usté.
¿Me habéis echao de menos? ¿Es que ha venido él?
Pues, chica, no ha venido.
Pues, ¡qué se le va a hacer! Si viene a verme el hombre, mejor será que esté.
No se puede dar un paso
por las calles de Madrí
sin que alguna te entretenga pa contarte alguna cosa
que te importa tanto así.
Y lo malo es que después, cuando libre te dejó,
no se puede dar un paso
sin oír a los moscones
que una lleva alrededor.
Eso pasa cuando pasa
por las calles de Madrí
una hembra que merece
que le alfombre las aceras con ramitos de jazmín.
Al pasar por la calle
de Calatrava,
un paleto me dijo:
–¡Vaya una jaca!
Y yo entonces le dije
con mucha sorna:
–Para jaca, tu madre,
que es percherona.
¡Viva la maestra!
Muy bien contestao.
Aguardar un poco,
que aún no he terminao. Porque vino un guardia, quiso intervenir;
pero, de primeras,
yo le dije así:
–Como soy chulapona
de los Madriles,
no me asustan los guindas ni los civiles.
Conque siga adelante
con sus galones,
a no ser que me busque porque mis ojos
son dos ladrones.
El mejor día,
por una pega,
da con sus huesos
en la delega.
Pues si me prenden
el mejor día,
ya irá a sacarme
José María.
La que tiene un novio puede presumir.
¡La que tiene un hombre tiene un Potosí!
Al cruzar por la plaza
del Alamillo,
uno de esos que tocan
el organillo,
me gritó desde lejos: –Será un oprobio
que una chula tan chula no tenga novio.
Ese está en lo justo, porque es la verdá.
Es lo que al oírle
tuve que pensar.
Y con tanta fuerza
me lo recordó,
que me dieron ganas
de gritarle yo:
Tengo novio y le quiero más que a mi vida.
Y si a alguna le agrada que me lo pida.
Pa decirle que vale muchos millones
y que no se traspasan los corazones
que son felices.
¡Y que soy chulapona de los Madriles!