La poesía tiene sus derechos.
Lo sé.
Soy el primero en sudar tinta
delante del papel.
La poesía crea las palabras.
Lo sé.
Esto es verdad y sigue siéndolo
diciéndola al revés.
La poesía exige ser sinceros.
Lo sé.
Le pido a Dios que me perdone
y a todo dios, excúsenme.
La poesía atañe a lo esencial
del ser.
No lo repitan tantas veces,
repito que lo sé.
Ahora viene el pero.
La poesía tiene sus deberes.
Igual que un colegial.
Entre yo y ella hay un contrato
social.
Ah, las palabras más maravillosas,
«rosa», «poema», «mar»,
son «m» pura y otras letras:
o, a…
Si hay un alma sincera, que se guarde
(en el almario) su cantar.
¿Cantos de vida y esperanza,
serán?
Pero yo no he venido a ver el cielo,
te advierto. Lo esencial
es la existencia; la conciencia
de estar
en esta clase o en la otra.
Es un deber elemental.