Entre las luces pintadas
de un flamenco cafetín,
Cariá, la Sanluqueña,
Cariá, la Sanluqueña,
era un moreno jazmín.
La tarde de cualquier día
se hizo el sueño realidad
que vino a Bajo de Guía
un capitán que decía:
¿Quién me da?
¿Quién me da una cariá?
Cariá, Cariá, la Sanluqueña,
ten conmigo cariá.
Soy capitán de corbeta
y he venío de la mar
por ver tu boca sujeta
de la mía, Cariá.
Cariá, Cariá, la Sanluqueña,
ten conmigo, ten conmigo cariá.
¡Ay, ay, ay, ten conmigo cariá!
En una noche de agosto,
entre cirios y azahar,
tras la Virgen Sanluqueña,
tras la Virgen Sanluqueña
una mujer va enlutá.
Preguntan que quién sería,
nadie da contestación
y el viento en Bajo de Guía
dicen que al agua decía:
la perdió,
la perdió su corazón.
Cariá, Cariá, la Sanluqueña,
ay, qué pena, Cariá.
Que el capitán que pedía
tu querer por cariá,
te ha dejaíto perdía
en el medio de la mar.
Cariá, Cariá, la Sanluqueña,
¡Ay, qué pena!
¡Ay, qué pena, Cariá!
¡Ay, ay, ay, ay qué pena Cariá!