En otoño
damos vueltas entre las hojas
y hablamos de los chiquillos
y sonreímos, pero nunca decimos demasiado.
El momento siempre desaparece,
una por una, las luces de los vecinos se encienden,
nuestro día de octubre casi se ha acabado.
Sé que las fronteras que trazamos entre nosotros
mantienen las armas bajas,
mantienen a los heridos a salvo:
sé que nuestra inocencia prebélica
nunca tuvo por objeto alumbrar nuestro día del armisticio.
En primavera
ascendíamos las colinas
y hablábamos de nuestros planes en ciernes.
Y sonreíamos,
con nuestros rostros como un espejo
mostrándonos nuestro lado secreto.
Pero entonces las peleas...
Las palabras afiladas hendiendo la noche
¿cómo pude haber sido lo que necesitabas?...
Pero, oh, ¿cómo pude hacerte sangrar?...
Sé que las fronteras que trazamos entre nosotros
mantienen las armas bajas,
mantienen a los heridos a salvo:
sé que nuestra inocencia prebélica
nunca tuvo por objeto alumbrar nuestro día del armisticio.
Pero ¿cuánto daría por volver a tenerlo?
¿Cuánto perdimos
por vivir así?
Tú te irás a casa... Yo me quedaré aquí,
las estaciones siguen en marcha.
Yo me quedaré aquí... Tú te irás a casa
sólo con desconocidos mirando.