Alguien ya contó los días.
Alguien ya sabe la hora.
Alguien para quien no hay
ni premuras ni demora.
Albornoz pasó silbando
una milonga entrerriana;
bajo el ala del chambergo
sus ojos ven la mañana.
~
La mañana de este día
del ochocientos noventa;
en el bajo del Retiro
ya le han perdido la cuenta
de amores y de trucadas
hasta el alba y entreveros
a fierro con los sargentos,
con propios y forasteros.
~
Se la tienen bien jurada
más de un taura y más de un pillo;
en una esquina del sur
lo está esperando un cuchillo.
No un cuchillo sino tres,
antes de clarear el día,
se le vinieron encima
y el hombre se defendía.
~
Un acero entró en el pecho,
ni se le movió la cara;
Alejo Albornoz murió
como si no le importara.
Pienso que le gustaría saber
que hoy anda su historia
en una milonga. El tiempo
es olvido y es memoria.