Abrazas mi árbol dormido,
despiertas mi pálida sombra;
apartas mis húmedas hojas,
me empapas vencida en tu río.
Traspasas callado mi puerta,
sujetas con fuerza mi espacio
cegando a mi fiera escondida
y bebiendo el aroma de nardos.
Aprende a dormir en mi carne,
despierta y dibuja mi nombre,
inventa cosechas floridas,
aplasta mi furia encendida.
La noche no es un destino,
la muerte no acecha el alba;
despliega tus alas brillantes,
incendia mis aguas, navega mis mares.