Aquel,
aquel potro patas negras
de crines tan marmoleñas
hace unos días se murió
porque
la dueña que lo montaba
que tanto lo acariciaba
hace tiempo se marchó.
Aquel,
aquel turpial cantarino
y el azulejo marino
ayer se fueron los dos
porque
la mano de suaves mimos
la voz de modales finos
de pronto los descuidó.
Porque
aquel perro tan hermoso
que jugueteaba contigo
que te regalé un diciembre
cuando nos comprometimos
ayer lo conseguí muerto
en la orilla del camino.
Porque,
Señor si te la llevaste
eternamente contigo
y se fueron tras sus huellas
todos sus fieles amigos
deja que yo también muera
para tenerla conmigo.
~ ~ ~
Aquel,
aquel riachuelo divino
de corrientes cristalinas
secó ya está de dolor
porque,
porque tú no has regresado
a refrescarte a su lado
a jugar con su color.
Aquel,
aquel rosal encendido
que cuidabas con delirio
todito se marchitó
porque
aquella voz cantarina
que refrescaba su vida
nunca jamás regresó.
Porque
aquel perro tan hermoso
que jugueteaba contigo
que te regalé un diciembre
cuando nos comprometimos
ayer lo conseguí muerto
en la orilla del camino.
Porque,
Señor si te la llevaste
eternamente contigo
y se fueron tras sus huellas
todos sus fieles amigos
deja que yo también muera
para tenerla conmigo.